La insulina es una hormona que segrega el páncreas imprescindible para la vida. Se puede vivir sin páncreas pero no sin insulina. Las personas con diabetes tipo 1 necesitan administrarse insulina desde el inicio de la enfermedad. Las personas con diabetes tipo 2 también pueden necesitarla en el transcurso de la evolución de su diabetes.
El tratamiento farmacológico, ya sea con pastillas o con insulina, el seguimiento dietético adecuado y la actividad física son pilares fundamentales en el tratamiento de la diabetes.
La combinación y adaptación de estos factores no es fácil ni para la persona con diabetes ni para su grupo asistencial, de ahí la necesidad de formación continua de los profesionales y de que el paciente pueda plantear sus temores y creencias siguiendo programas educativos estructurados que faciliten el proceso de aprendizaje de cada persona y/o familia. En este proceso, un pilar fundamental es asegurar la administración correcta de la insulina en aquellas personas que lo necesitan.
-EVOLUCIÓN DE LAS INSULINAS:
Los tipos de insulina han ido evolucionando para adaptarse más a las necesidades fisiológicas de las personas con diabetes. Atrás quedaron las insulinas procedentes de los animales, posteriormente aparecieron las insulinas humanas, en su forma de acción rápida o tipo lenta. También disponemos de insulinas premezcladas con una parte de rápida y otra de lenta, y en los últimos años han aparecido las insulinas análogas cada vez más adaptadas a la secreción fisiológica del páncreas. Podemos diferenciarlas claramente en dos tipos: insulinas “super rápidas” y “super lentas”, que permiten mucha más flexibilidad en los horarios y el aporte de la comida siempre que se domine bien el autocontrol.
-INSTRUMENTOS MÁS PRECISOS:
Los instrumentos de administración de la insulina también han evolucionado mucho desde el inicio hasta la actualidad, manteniendo la jeringa tradicional e incorporando instrumentos como “pens” o “bolis” y los infusores continuos de insulina subcutánea (bombas de insulina), sistemas mas sofisticados dirigidos a aquellas personas que, aún implicándose en el manejo de su diabetes, no consiguen buen control metabólico con múltiples dosis de insulina.
Todos los instrumentos son fiables en cuanto a su precisión pero, dado su diferente técnica, requieren un aprendizaje por parte del paciente y/o familia y un soporte profesional para recomendar a cada persona el dispositivo y la técnica mas adecuada y confortable.
1) Barreras psicológicas frente a la insulina: el inicio de la insulinización puede comportar diferentes barreras en función de la edad de la persona.
Para conocer más sobre el tema puedes informarte en: Tengo diabetes tipo 2, ¿qué puedo hacer?
ü Los niños y sus padres pueden mostrar, con frecuencia, miedo y ansiedad en muchas ocasiones este temor es anticipado y en ello colaboran tanto los padres como los profesionales, aunque también es cierto que los niños perciben más el dolor del pinchazo. Una estrategia para reducir este temores pinchar a un muñeco de peluche. Otra buena estrategia es invitar tanto a los padres como a los niños a que se pongan una inyección de solución salina mutuamente. Con frecuencia quedan sorprendidos porque sientes menos dolor del esperado.
ü Los adolescentes se rebelan frecuentemente con aspectos relacionados con la insulina, son reacios a inyectarse frente a los compañeros y “olvidan”, voluntariamente o no, el ponerse insulina por dolor, presión de los padres… Hay que tener en cuenta que algunos adolescentes, sobre todo chicas “olvidan” voluntariamente algunas dosis de insulina como método para perder peso.
ü Los adultos pueden presentar una resistencia psicológica al tratamiento con la insulina no por fobia a las agujas, sino por la ansiedad o percepción de gravedad de la enfermedad. los profesionales tendríamos que explicar bien, sobre todo a los recién diagnosticados de diabetes tipo 2, que en un futuro pueden necesitar insulina como tratamiento y no como penalización por un posible mal control de su diabetes.
2) Zonas de administración: las zonas recomendadas para la administración de la insulina son: abdomen, brazos, piernas y nalgas. Estas zonas deben ser observadas conjuntamente entre el profesional y el paciente para asegurar su correcta utilización. Diferenciaremos las recomendaciones según el tipo de insulina utilizado:
ü Insulinas humanas: las insulinas rápidas se recomiendan poner en el abdomen, mientras que las insulinas lentas se recomiendan poner en piernas y/o nalgas, ya que estas zonas son de absorción más lenta.
ü Insulinas premezcladas: las insulinas mezcla de rápida, que se administran por la mañana, se recomienda ponerlas en el abdomen para aumentar al rapidez de absorción de la parte de insulina rápida y cubrir el pico de glucosa del desayuno. En cambio, cualquier mezcla que lleve insulina lenta, ponerla en las piernas y/o nalgas para retrasar la absorción y reducir sobre todo que por la noche se tenga el riesgo de tener una hipoglucemia ( bajada de azúcar).
ü Insulinas análogas: con los análogos de insulina rápida el planteamiento es diferente, ya que se absorben con una rapidez similar tanto si se administran en el abdomen como en brazos, piernas y nalgas. Con los análogos de insulina lenta ocurren fenómenos parecidos. No hay diferencias de absorción según la zona, aunque se percibe ligera tendencia de que en la zona del abdomen sea mas lenta.
Según lo expuesto, se puede afirmar que las recomendaciones clásicas de administrar la insulina rápida en abdomen y las lentas en piernas o nalgas, se basan mas en garantizar la rotación de las zonas a inyectar que la absorción de insulina.
3) Desinfección: no se necesita alcohol para desinfectar la zona si existe una buen higiene, aunque si se requiere en centros asistenciales y hospitalarios. Se desaconseja inyectar por encima de la ropa.
4) Rotación de las zonas: la rotación de las zonas a inyectar sigue siendo de vital importancia para evitar acúmulos de grasa (hipertrofias) poco estéticos y que dificultan la correcta acción de la insulina. En caso de hipertrofias, se debe de dejar de utilizar esa zona y buscar otras zonas para administrar la insulina.
5) Longitud de las agujas: en la actualidad existen con longitud muy variable, desde los 4mm hasta los 12.7 mm en el caso de los bolis o jeringas, y de hasta los 17 mm en el caso de los catéteres de los infusores de insulina.
Progresivamente la longitud de las agujas se ha ido reduciendo, reconociendo que las agujas de 12.7 mm son demasiado largas incluso para adultos con obesidad y que las de 8 mm pueden serlo también para muchos niños, aumentando el riesgo de inyecciones intramusculares. Las gujas cortas de 4.5 y 6 mm son seguras y mejor toleradas por los propios pacientes.
Las nuevas pruebas de imagen, ecografía, resonancia magnética… no han demostrado que el tejido subcutáneo es menor de lo que se pensaba en algunas zonas, y esta es la razón por la que se recomienda agujas de insulina cada vez mas cortas.
6)Realización del pliegue de la piel: es necesario cuando la distancia entre la piel y el musculo es menor de la longitud de las agujas. Hacer pliegue poder ser un método seguro para evitar que la aguja llegue al músculo. El pliegue se ha de realizar con 3 dedos (pulgar, índice y corazón) y se ha de soltar una vez ya inyectada la insulina.
Hacer el pliegue es relativamente fácil en el abdomen y piernas, pero es más difícil en brazos, por tanto se necesitará ayuda de otra persona, y en las nalgas, donde no es necesaria hacerlo por el grosor del tejido subcutáneo de esta zona.
7) Angulo de inserción de la aguja: generalmente se aconseja utilizar 90 grados aunque algunos autores aconsejan el angulo de 45 grados en niños, aun utilizando agujas de 5mm.
para evitar el rebosamiento de la insulina se recomienda esperar 10 segundos antes de retirar la aguja de la piel. En rebosamiento puede ser mas frecuente cuando se utiliza el angulo de 90 grados que el de 45 y mas frecuente en el muslo que en el abdomen.
Para conocer más sobre el tema puedes informarte en: Tengo diabetes tipo 2, ¿qué puedo hacer?
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